Una fiesta con final feliz
- Ariadna Tixell
- 27 abr 2018
- 2 Min. de lectura
Los aficionados verdes se congregaron antes del partido y realizaron cánticos antes, durante y después del choque que ayudaron al equipo a sumar tres puntos clave.
Corrían las tres y media de la tarde cuando decidí de manera firme poner rumbo a los aledaños del Nou Municipal de Cornellà. Al llegar allí me encontré con los aficionados que forman parte del grupo de animación del Cornellà tomando unas cervezas en el bar de enfrente del campo. Los cánticos de apoyo al club no paraban de sonar en la previa de uno de los partidos más importantes de la temporada para el primer equipo de la entidad del Baix Llobregat.
Con el calor apretando de lo lindo puse rumbo al Nou Municipal en busca de mi acreditación. Llegué a las cuatro y cuarto, ya que un compañero me había comentado con anterioridad que no fuera con más de una hora de antelación ya que no me dejarían pasar. Le hice caso y aparecí por la puerta de acreditaciones solo cuarenta y cinco minutos antes del pitido inicial.
Al entrar me di un paseo por la única tribuna que hay en el estadio y fui a agradecer personalmente a los responsables de prensa del club las facilidades que me habían dado para ir acreditada al partido. Tras ello, ande hasta la parte izquierda de la grada, zona donde estaban situados los aficionados del Badalona. Eran unos cincuenta y pudieron contarme la importancia del partido para ellos.
A medida que se iba acercando la hora del partido el Municipal empezó a llenarse de verde gracias a los aficionados locales. Niños de la escuela del club repartían banderas verdes en una carpa portátil montada en la puerta de entrada de los socios del Cornellà. A las cinco de la tarde arrancó un duelo clave por la promoción, y el público, liderado por los Cornehools, grupo de animación que había visto hacia hora y media en un bar fuera del campo, no paró de animar.
El penalti parado por Craviotto y el gol de Mujica hicieron explotar la parroquia verde en una primera parte dominada por los locales. El éxtasis mostrado por la tribuna del campo contrastaba con el silencio e indignación de la afición escapulada. La alegría de unos suponía, como era de esperar, el enfado y tristeza de los otros. Así es el futbol.
Con el pitido final, los hombres de Jordi Roger, técnico del Cornellà, agradecieron el respaldo de los centenares de aficionados del club que se dieron cita en el estadio un soleado domingo. Tras aplaudir a todo el Municipal, los protagonistas se acercaron a la zona donde estaba situada junto a los Cornehools para agradecer su apoyo en cada minuto. Como colofón final a una fiesta de tal calibre, jugadores y grupo de animación realizaron un conocido cántico con el que celebraron que, a falta de solo cinco jornadas, están en zona de promoción de ascenso a Segunda. La historia se escribe en Cornellà.

Los jugadores celebran el triunfo junto a la afición. Foto: Oscar Yeste
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